martes, 25 de septiembre de 2007


La puerta al Inframundo
I PARTE

La tarde en que Domingo Fortuna decidió celebrar las fiestas patrias junto a su esposa, tenía un tinte, un olor diferente a años anteriores. No eran las empanadas con menos carne, ni el vino con más agua, ni menos el sabor de la comida, lo que le hizo pensar vagamente en lo inesperado. Durante las primeras horas del día todo obedeció a conductas normales. Los ebrios intentando entonar un pie de kueka, los niños corrían detrás de un volantín sin dueño y las mujeres parloteaban palabras inexactas en la periferia de la ramada. Con un pañuelo en el hombro y una flácida mirada, Domingo cogió a su esposa. Ella lo tomó del brazo, sonrió, y comenzaron a bailar. El polvo, la risa precavida y las ajenas miradas no los amedrentaron. Las cantoras entonaron un segundo pie de kueka. Tres parejas más se animaron. La fiesta se matizó entre colores patrios, bromas subidas de tonos, carcajadas y actos pendencieros que terminaron cuando uno de los aludidos era incitado por su contrincante a beber.
Cecilia Iris Cisterna, aburrida de las copas en exceso de su marido, se fue a divulgar algunos chismes, a la mesa contigua, con sus amigas. Domingo, hizo caso omiso de las advertencias para contestar la insinuación de aquél presentimiento, mientras bebía. Pasaron dos minutos, en los cuales, miró la tierra sin encontrar respuestas. Alberto, su amigo, le invitó otro trago. Oferta que no rechazó. Caminaron abrazados por un par de metros recordando su dura niñez y se detuvieron, junto a una mesa de plástico, para estrechar un abrazo. Escucharon algunos silbidos, se miraron, y decidieron ir a bailar una estridente canción de amor con sus parejas. Media hora más tarde, Domingo, le dijo a su esposa que le esperara un momento, pues iría a un improvisado baño. Es, la última imagen que mantiene de Domingo: una silueta difusa que escapa, a pasos torpes, de ebrios y colores patrios. Ella lo dejo ir, tal vez, porque sintió el ajeno olor que tienen los presentimientos.


La puerta al Inframundo
II PARTE

Una suave brisa arremolinó su pelo. La noche se manifestaba en plenitud y atrás quedaron las palabras de su esposa cuando Domingo le echó una tenue mirada de soslayo. Sabía que afuera encontraría la respuesta, la explicación que solapada en una mentira lo impulsó a salir. Caminó en dirección poniente a la ramada, esquivando algunos autos que buscaban un lugar donde aparcar. Tres niños corrían distantes a él con un volantín. Los miró sin importancia y continúo caminando. Se detuvo al escuchar un disparo de acordes. Nuevamente pensó en su esposa y en los años que habían compartido, en la inusual forma en que se conocieron y en las canciones que bailaron. La música, el recuerdo, lo pusieron nostálgico. Cerró los ojos, casi una lagrima rueda por su mejilla. Caminó sin voltear, pues de hacerlo sus sentimientos jugarían en contra de él. ¿Qué buscaba? ¿Un destino? ¿Una interrogante? Ni él tenía la absoluta certeza de qué era exactamente. Sólo sabía que algo sobrenatural se estaba apoderado de él.
Estaba agotado, ebrio y confundido. Reposó por unos segundos. Bajó el cierre de su pantalón y desenvainó el líquido etílico que mantenía aprisionado en su hígado. Respiró profundo, sonrió, y nuevamente una suave brisa arremolinó su pelo. Encendió un cigarrillo para luego expulsar el humo. Entonces, un fuerte dolor de cabeza lo desestabilizó y lo hizo caer por una ladera. Se golpeó la cabeza y siguió rondando hasta descender en un profundo pozo. Mientras tanto, su esposa, preocupada por la tardanza decidió ir a buscarlo. Vio unos niños jugando con un volantín, vio los automóviles aparcados, escuchó el júbilo moribundo de ebrios, pero sus ojos no divisaron a Domingo Fortuna. Corrió en busca de ayuda.


La puerta al Inframundo
III PARTE

Aturdido intentó escalar, pero una extraña fuerza lo mantenía anclado a un posible destino, por el cual, no había elegido. Gritó hasta desgarrarse la garganta pero nadie lo escuchó. Lentamente, mientras sus párpados se hacían más pesados, sucumbió a ese extraño presentimiento. Dos minutos después se dio por vencido, mientras que en el exterior comenzaban a buscarlo. Las kuecas y las tonadas se paralizaron. Alberto, anunció por alto parlante que había desaparecido. Tres chiquillos que aún lidiaban con el volantín levantaron sus dedos índices. Las miradas se volvieron hacia ellos y los escucharon. Testimonio que confirmó un automovilista que hace un momento había aparcado su auto. Luego dijo que lo vio caminar en dirección poniente a la ramada. Rápidamente se armó un grupo liderado por su esposa. Llegaron hasta la ladera y descendieron por ella, sin embargo, no se percataron de nada anormal. El pozo para ellos no existía.
Domingo despertó sin saber cuánto tiempo había pasado. Estaba sumergido en un profundo silencio tan similar al de una catedral. Y pronto, cientos de ojos perforados en pequeñas concavidades iluminadas por un denso color amarillo, siguieron atentamente cada uno de sus movimientos. Aquellos extraños seres, de manos escuálidas, de quebradizos movimientos y mandíbulas fuertes, eran tan reales como Domingo. Súbitamente, rasguñó a un costado del pozo para intentar escapar, pero su fuerza atolondrada y desmedida, por la desesperación, se transformó en un obstáculo. Domingo, sin ya más nada que hacer y presa del terror, adoptó una posición fetal segundos antes que un haz de luz lo cegara.
Prisionero de la voluntad ajena, sintió como aquellos ojos repugnantes penetraron por su carne y poros. Un gritó en vano, no mejoraría su situación, ni tampoco oponer resistencia. Sometido a la resignación, Domingo Fortuna, dejaría de ser para siempre el hombre que de madrugada bebía un té sin azúcar mientras intentaba componer su horrible caligrafía. Sus toscas manos manchadas por aceite y su tozudo carácter agonizaban, al igual que él, en un oscuro pozo: la puerta al inframundo.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Amigos/ Colegas/Detractores

Mi intención no es molestarlos…

El primer ciclo de DeLorean se ha cumplido. Fueron cientos de visitas que se agradecen y asimismo los invito a seguir participando e interactuando con DeLorean, donde pueden expresar (sin miedo) nuevas ideas o simplemente manifestar su punto de vista a este “atentado al periodismo”, como lo han definidos los más siúticos colegas.
Por estas 620 visitas registradas en el primer mes del blog, el equipo de DeLorean de ante mano las acepta y, del mismo modo, se siente honrado y satisfecho al mismo tiempo. MUCHAS GRACIAS.

En la edición anterior pueden revisar los contenidos anteriores.
http://www.delorean0.blogspot.com/

Próximamente en contenidos:
Comunidad: LA PUERTA AL INFRAMUNDO
Comunidad: BÚSQUEDA DEL GUATÓN FORTUNA
Opinión: DON MIGUEY OPINA
Cultura: CLUB DE LA PILSEN: DESAFÍO A LA REALIDAD

Entre otras novedades pa´ los regalones…

miércoles, 5 de septiembre de 2007


Nuestro éxito es su propio éxito.
Don Miguel, el afamado fumador, se unirá muy pronto a DeLorean como columnista permanente. Sigan sus comentarios en las próximas ediciones.